Y el papel higiénico ya utilizado y arrugado en forma de
pelota me miraba desde un rincón oscuro,
estaba allí, a la vera de la pantalla del computador.
Quería levantarme una manita saludante,
Pero su timidez se lo impedía.
Menos bailaría al ritmo de la música de bob marley que sonaba en la radio, se sentía muy insignificante para aquella hazaña.
Cuando advirtió lo que yo estaba pensando, cambió su actitud.
Cuando advirtió lo que yo estaba pensando, cambió su actitud.
Ahora me miraba desde su rincón,
como diciendo: ¡qué esperas hijoputa!
¡Arrójame al tacho de los desechos de una maldita vez!
No hice caso a mis suposiciones respecto a los dichos y
ofensas del papelito que pasaron en ese momento por mi mente.
Lo dejé continuar tratando de saludar o bastardear a quien se sentara frente a la
pantalla del computador, Pues me gustó su estilo, yo hubiese actuado de forma tímidamente similar en el caso de haber estado en su lugar.


