los transcunsales
segundos que recorre una gota desde los nubascos blanquecinos y grisáceos de la capitalia, atochada de automáticos
hierros.
Envenenados estamos, contaminados de la miseria en la que se han convertido los pensamientos cotidianos de la humanidad perruna, animalesca. De los cada vez más fallecidos verdosos pastizales.
Envenenados estamos, contaminados de la miseria en la que se han convertido los pensamientos cotidianos de la humanidad perruna, animalesca. De los cada vez más fallecidos verdosos pastizales.
Nos hemos
acostumbrado a la creciente masa gris
ciudadanesca y bulliciosa.
Enloquecimos mas rápido que el ritmo de los
aconteceres, pensamos merecer la pena, la cárcel y el hambre. Nos conformamos
con supuestas comodidades indisfrutables
y arrodillamos nuestros saludables cuerpos ante reyes miserables,
putrefactos, malolientes, moribundos.
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